MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La Convergencia por un mejor país propuesta por el licenciado Luis Abinader para enfrentar el continuismo peledeísta hoy encarnado por el presidente Danilo Medina Sánchez, tiene a temer más enemigos internos que externos; unos conscientes y otros que no se quieren dar cuenta.
Da vergüenza y llora ante la presencia de Dios que de los primeros, el principal sea Hipólito Mejía Domínguez. Aunque él cree que “sabe nadar y guardar la ropa”, desde las elecciones del año 2012, con su extraña y cuestionada actitud quedó encuero en pelota hasta ante el ciudadano de a pie.
¿Por qué? Totalmente simple. Su conducta, en apariencia díscola no es tal; Hipólito es un farsante innato que se agenció la confianza del doctor José Francisco Peña Gómez aprovechando el enfrentamiento de éste con el licenciado Jacobo Majluta, y que dio origen al Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) que tantos beneficios le ha reportado al que nunca debió ser su hijo.
Con la audacia natural del perverso solapado, en tanto nunca fue perredeísta ni creo que ahora sea perremeísta, Hipólito Mejía Domínguez con sus declaraciones sobre la eventual candidatura suya a Senador por la provincia Santiago, puso en evidencia cual es su prioridad ahora y su pretensión para el futuro inmediato.
Decir sin recato alguno que él no tiene temperamento para estar teorizando desde una curul senatorial y que nació para decidir y hacer cosas, en otra coyuntura podría ser una excelente excusa, pero no en la situación que vivimos; no, precisamente, en estos momentos.
Lo que sucede es que como Hipólito está pensando reciclarse en el 2020, no le parece conveniente a esos fines solidificar el liderazgo del licenciado Luis Abinader al frente de una coalición opositora con innegable vocación de Poder. Los hipócritas y ridículos “mea culpa” por su fracaso continuista no han borrado de su fuero el amor que siente por la reelección…